1. ¿Qué es el autoconocimiento?
El propio nombre ya te da una pista…se trata de conocerte a ti misma.
«Pues vaya tontería Mila, yo ya sé cómo soy»
No, me refiero a conocerte de verdad, en profundidad. El nivel de autoconocimiento general es bastante superficial en las sociedades de hoy, dónde priman el ritmo frenético y la desconexión con nosotras mismas.
Te lo muestro con un ejemplo. Imagina que te duele la espalda. El dolor es un sistema de aviso para que prestes atención a una parte de tu cuerpo que necesita algo que no se le está dando.
Cuando aparece este aviso puedes hacer dos cosas, apagar la alarma y hacer como si nada, o tomarla en cuenta e indagar la causa del dolor.
En el primer caso, no solo volverá a sonar la alarma, si no que hará más ruido.
En el segundo, ganarás en autoconocimiento. Descubrirás la estructura de tu espalda, qué falla y qué hacer para compensarlo.
Así, la próxima vez que salte el aviso, que te duela, sabrás si te marca que bajes el ritmo, que vigiles las posturas o que llames al fisio porque no puedes solucionarlo por tu cuenta.
¿Cuál es la diferencia entre un abordaje y otro?
En el primero te dejas llevar y te conviertes en una víctima de las circunstancias. En el segundo aprovechas una situación inesperada para conocer más sobre ti y poder elegir entre más alternativas.
De eso trata el autoconocimiento, de libertad de elección.
2. Autoconocimiento y crecimiento personal
Vuelvo al ejemplo del dolor de espalda.
Fíjate que muchas personas tienen su primer contacto con el deporte a raíz de una lesión. Cuando la superan continúan practicándolo, no solo por mantener la recuperación, si no porque por el camino descubren sus otros beneficios y, una vez pasada la fase de adpatación, se convierte en un hábito.
Psicológicamente pasa exactamente lo mismo.
Hasta que no sentimos un malestar para el que no tenemos respuestas, no nos hacemos nuevas preguntas.
Mayoritariamente comenzamos a interesarnos por el autoconocimiento porque algo duele o incomoda.
Estamos acostumbradas a no mirar hacia dentro y, ciertamente, es un sacrilegio. El ser humano es mucho más rico y complejo que esas leyes tan simples desde las que operamos cuando no nos conocemos.
Por eso el autoconocimiento es indispensable para el crecimiento personal.
El primer paso del proceso de autoconocimiento comienza por aprender a girar el foco de atención hacia nosotras mismas.
Es lo que llamamos ponernos en el rol de observadora. Una posición donde no juzgamos, ni forzamos. Simplemente miramos hacia nuestro interior, observándonos mientras pensamos, sentimos y actuamos, para así entender lo que nos pasa.
La sensación de descubrirte y la comprensión que obtienes de ello, te lleva a querer más, a continuar desarrollando, de buen gusto, tu autoconocimiento a lo largo de la vida.
3. Autoconocimiento y sistema de creencias
Puede que te estés preguntando porqué el autoconocimiento no se da de una manera más fácil y espontánea.
Yo creo que es porque con nuestro cerebro nos pasa lo mismo que con nuestro teléfono móvil, no somos conscientes del maquinón que tenemos y así no le podemos sacar todo el partido. No sabemos como funciona y siempre nos parece que nos faltan apps.
Te cuento. Nuestro pensamiento funciona en base a nuestro › sistema de creencias, compuesto por todas las normas y opiniones que tenemos sobre nosotras y sobre el mundo. Estas creencias las vamos aprendiendo desde que somos muy pequeñitas y tienen valor de verdad, es decir las damos por ciertas.
El sistema de creencias marca los límites entre lo que aceptamos y rechazamos, entre lo que aceptamos creer y lo que no.
Son las verdades que cada una tiene grabadas a fuego…hasta que las revisa, claro.
La cuestión es que ni todas tus creencias son tuyas ni todas te representan en el momento actual.
¿Cómo es eso posible, si son las premisas que rigen nuestras vidas? Tiene mucho que ver con la manera en la que se instauran las creencias en nuestro sistema operativo que, básicamente, es a través de 3 vías.
Muchas de nuestras creencias las dimos por ciertas de niñas por el mero hecho de que venían de nuestros modelos, los adultos (la antigua Wikipedia). Construímos la base de nuestras ideas a partir de las suyas propias.
«Tómate el zumo rápido que se van las vitaminas»
Otras tantas se insertaron en tu mente a través del condicionamiento social, que repite los mismos mensajes de modo masivo y, a veces, subliminal.
«Al pasar la barca, me dijo el barquero, las chicas bonitas no pagan dinero…»
Algunas se generaron a partir de experiencias de tu pasado donde eras una versión anterior de ti. Por lo tanto, pueden estar obsoletas y no representarte en tu presente.
«No vuelvo a estudiar, aunque lo necesite para ascender, porque se me daba fatal en el colegio»
Lee en este artículo › cómo influyeron tus primeras relaciones en tu sistema de creencias.
4. Beneficios del autoconocimiento
¿Has escuchado alguna vez eso de que solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro?
Pues es un dato malinterpretado. Lo usamos todo, pero se calcula que tenemos conciencia solo de un pequeño tanto por ciento.
El resto del trabajo lo realiza él solito en piloto automático, sin que tú te enteres. Captando y produciendo estímulos, activando pensamientos y respuestas fisiológicas automatizadas, generando emociones que nos predisponen a comportamientos…y mucho más.
Normal que no percibamos todo esto, sería imposible gestionarlo. Ya bastante nos cuesta con lo que sí depende de nosotras.
Pero estas automatizaciones necesitan ir revisándose y actualizándose para que podamos evolucionar y adaptarnos a los cambios.
El autoconocimiento es el músculo que entrenamos para prestarnos atención y conocer mejor nuestros mecanismos. Gracias a él podemos decidir cuándo nos conviene desactivar el automático y ponernos al mando de nuestras vidas.
Si ganamos consciencia de porqué somos como somos y de para qué actuamos cómo lo hacemos, adquirimos una nueva sabiduría.
Observar la manera en la que nos relacionamos con nosotras mismas nos dice mucho acerca de nuestra manera de relacionarnos con el resto.
El mayor beneficio del autoconocimiento es abrirnos la puerta a una vida:
⇒ más coherente con nosotras mismas,
⇒ más honesta con los demás,
⇒ más libre de manipulaciones del entorno.
5. Autoconocimiento ¿por dónde empiezo?
1. Comienza por pararte y escucharte.
Busca momentos de silencio y reflexión a lo largo del día. Tiempo para ti, para conectar contigo misma.
“¡Si no tengo tiempo para nada!”
Quizás sea momento de revisar tus prioridades, › autoconocimiento y amor propio van de la mano.
Plantéate qué parte de ese tiempo está ocupado con ruido, con cosas que entretienen, pero no aportan.
Reflexiona sobre ese tiempo que inviertes en relaciones que crees indispensables pero que, si eres honesta contigo misma, son parches para tus vacíos.
Aprovecha que vives en la era de la información.
Y sí, lo sé, Internet está lleno y abruma, ¿cómo saber a qué hacerle caso?
Tranquila, yo te voy a echar un cable compartiendo los libros, vídeos y herramientas que me ayudan a mí y a mis clientas a trabajar en nuestro autoconocimiento.
Que no te venza la pereza, no se trata de que te encierres en casa a empollar ni mucho menos. 10 minutos de una charla que te remueva o inspire, leer un artículo que te ayude a hacer clic o probar una pequeña tarea retadora, no te va a robar tanta energía.
3. Si quieres acelerar el proceso, acude a un/a profesional
No necesitas estar enferma ni tener un problemón para elegir que te acompañe un/a psicoterapeuta o coach una parte del camino.
Es una excelente inversión para proteger tu salud, que sirve de gran apoyo para que adquieras la suficiente seguridad y confianza de continuar el proceso por ti misma, porque el autoconocimiento es un camino para toda la vida.
¿Por dónde vas a empezar tú? Cuéntame en comentarios.
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